ALGUNOS DISPARAN CON PÓLVORA AJENA.-

Cualquier evento familiar cuesta dinero. Y algunos muchísimo dinero. No hay más que ver los gastos que acometen casi todas las familias con ocasión de las primeras comuniones, lo que ha llevado a un Juez titular de Menores a afirmar que a muchos padres “se les va la pinza” con estos gastos.

Y otro tanto ocurre con los entierros de los seres queridos, que cuando fallecen todos los son, y más si el pobre dejo que heredar. Los servicios funerarios ofrecen catálogos de lujo y servicios de jefe de estado. Y todo eso cuesta muchisio dinero. Y como todos quieren despedir al difunto con honores, pues traiga usted lo mejor que él lo merecía, y no va a ser menos que el vecino. Máxime cuando, en cierta medida, se dispara con pólvora ajena.

Y es que los gastos del funeral van con cargo a la herencia porque así lo establece el Código Civil. La consecuencia es que cuando se haga el inventario de la herencia a efectos de su repartición, los gastos de funeral deberán incluirse en el pasivo, de forma que se detraerá su importe de la masa hereditaria y los herederos se repartirán el resto. La consecuencia es que en realidad los gastos funerarios lo están pagando todos los herederos.

Incluso en el frecuente supuesto de que uno de los herederos adelante el importe de la factura, tiene derecho a exiguir del resto que se le reintegre. Todo esto claro está salvo pactos a los que pueden llegar los interesados, como por ejemplo “yo lo pago todo”, “el funeral va de mi cuenta”, etc. Pero es importantísimo que esos pactos se plasmen por escrito o de alguna forma quede constancia de los mismos, ya que en caso contrario, como he dicho, los gastos funerarios serán con cargo al caudal relicto, o lo que es igual se repartirá entre todos los herederos.

Y es que en el flagor aflictivo del momento a veces surge un “adelantado” con ínfulas principescas, y no se suele comprender que los tributos deben hacerse a la persona mientras vivió, y que pagar un funeral cinematográfico no lava conciencias. Máxime cuando al fin y a la postre va con cargo a los bolsillos de todos los herederos.