LO QUE NO SE HEREDA.-

Se hereda de una persona sus bienes, derechos y obligaciones que no se extinguen por su muerte, por así afirmarlo el artículo 659 del Código Civil.

Sin embargo no todos los derechos son transmisibles, como ocurre por ejemplo con los llamados “derechos personalísimos”, entre los que cabe incluir por ejemplo un derecho de servidumbre, de habitación o de pensión por razón de divorcio que tuviera el causante en su favor. Obviamente estos derechos no formarán parte de la herencia de sus titulares, como tampoco los cargos que ostente el causante en atención a su persona, conocimientos o habilidades: no se hereda el cargo de administrador que tenía el causante en una sociedad mercantil, o el cargo de presidente en una comunidad de vecinos.

Existen otros derechos de dudosa heredabilidad, especialmente la titularidad de una licencia administrativa de farmacia, administración de lotería y estanco.

En el caso de las farmacias es obvio que no podrá ostentar la titularidad un heredero que carezca del oportuno título universitario, sn embargo la ley es confusa al separar entre titularidad de licencia administrativa y titularidad del negocio, por lo que cabría heredar un “negocio de farmacia”, pero no una “licencia de farmacia”, por lo que el heredero tendrá que contar con los servicios de un titulado universtario para ejercer la actividad.

Y un signo de modernidad fruto de la Ilustración es precisamente que estos “derechos personalísimos”, adquiridos por su titular en atención a sus características o circunstancias personales, no son transmisibles por herencia. Así ocurre con determinados empleos públicos que en tiempos remotos si eran transmisibles por vía de herencia, criterio felizmente sustituido en las sociedades civilizadas por el de méritos propios.

Sin embargo nuestra Constitución de 1.978 establece en su artículo 57 que “La Corona de España es hereditaria …” No se puede heredar una licencia de apertura de farmacia, pero si el empleo más alto de nuestro organigrama funcionarial, la Jefatura del Estado.

“La libertad no hace felices a los hombres, los hace sencillamente hombres” (Manuel Azaña, Presidente de la Segunda República Española 1.936-1.939)